Quizá si Comando, Depredador o Rambo hubieran sido protagonizadas por Al Pacino o Jack Nicholson ahora el cine de acción exigiría matices dramáticos a sus protagonistas. En ese caso, Vin Diesel y Dwayne Johnson estarían hoy muertos de hambre. Afortunadamente para ellos, mostrar emociones humanas es considerado algo accesorio, cuando no inútil, en el cine de acción. Esto se aprendió en los años ochenta, cuando un austríaco tan musculado que parecía un manual de anatomía viviente llamado Arnold Schwarzenegger (Graz, 67 años) se convirtió en la elección perfecta como estrella definitiva del género. No tenía sentimientos, pero sí presencia, bíceps y mucha ambición.
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