Ya lo cantaba Paul McCartney en Hey Jude: «coge una canción triste y hazla mejor». Pues Jude Law, que se debió de hartar de escuchar esa canción porque era la favorita de sus padres, hizo suyo este consejo e irrumpió en el cine para hacer de él un lugar más hermoso. No es que en los 90 hubiese gente fea en Hollywood, pero Jude enseguida llamó la atención de la industria con dos papeles que explotaban su irresistible magnetismo sexual. Tanto en Wildecomo en Medianoche en el jardín del bien y del mal Law interpretaba a un chapero que llevaba a su cliente a la perdición.
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