Al igual que el abrumador erotismo sin desnudos de Los fabulosos Baker boys (1989), o la extravagante acción de la saga Misión Imposible sin que Ethan Hunt mate a nadie, el cine de terror ha jugado retorcidamente con nuestro subconsciente sin llegar a mostrar violencia explícita. Ya sea por pretensiones artísticas grotescas, a menudo inspiradas por el expresionismo alemán, o para conseguir una calificación PG-13 (que permite adolescentes en la sala pero que decreta que no puede haber muertes en la pantalla), el director debe manipular con astucia la cámara para empujarnos a algo peor que el gore: nuestra imaginación. Estas películas lo demuestran.
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http://elpais.com/elpais/2015/08/28/icon/1440751663_600195.html