A todos nos ha pasado alguna vez. Entramos en un ascensor cuando están a punto de cerrarse las puertas y un irritante pitido nos indica que el ascensor no va a moverse porque hay demasiadas personas dentro. Alguien tiene que salir, ¿pero quién? El silencio incómodo dura pocos segundos, en los que la mujer que lleva un bebé, el chaval de las muletas y la vieja recién llegada tienen la certeza de que no se van a mover. Finalmente nos rendimos y abandonamos el ascensor para permitir que la vida siga sin nosotros. «No os preocupéis, seguid sin mí, estaré bien».
Pues Hollywood es como un gran ascensor en el que todo el mundo quiere entrar, pero no hay sitio para todos. Para que haya nuevas estrellas otras viejas glorias deben rendirse y muchas aspirantes frustradas a estrellas han de asumir que si no les ha llegado ya la fama, nunca sucederá. En su lugar, deben subirse a otro ascensor. Uno que sólo va a hacia abajo, hacia un sótano lleno de papeles episódicos en CSI, anuncios de teletienda y detenciones por conducción bajo los efectos de sustancias ilegales. Guardemos un minuto de silencio por las ex-estrellas de las que nadie hablará en 2016.
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