Tengo 32 años, odio el gimnasio y sigo yendo tres veces por semana

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Tengo 32 años y llevo 4 años yendo al gimnasio, tres veces por semana, 90 minutos por día. Y odio cada uno de esos 90 minutos. Sufro, me duelen los brazos cuando hago pesas. Siempre he creído que todo el mundo lo odia en silencio, pero que es un sacrificio, como comer sano (nunca me voy a creer que a nadie le gusta comer coliflor) o echar horas extra, que hemos acabado asimilando. Pero resulta que no, hay gente convencida de que disfruta en el gimnasio y de que su vida es mejor yendo que quedándose en casa. Llevo 4 años esperando a liberar por fin las dichosas endorfinas que hacen que el deporte te convierta en una persona más feliz. Pero nada. Son otras cosas las que me hacen feliz, como por ejemplo quedarme en el sofá los días que no me toca ir al gimnasio.

Aunque yo pensaba que era una obviedad, he tenido que aclararlo muchas veces. Quedo con un amigo, me cuenta que acaba de apuntarse al gimnasio y que le ha cambiado la vida. Va todos los días y alterna «entreno» (pesas es una palabra mal vista, al parecer) con crossfit y electrofitness. Aunque mi amigo se pasa 45 minutos hablando de ello sigo convencido de que el electrofitness son descargas eléctricas, lobotomías para los michelines, en sesiones de 20 minutos que por lo visto son milagrosas. Ya pueden serlo: cuestan 50 euros cada una.

Dos meses después quedo con ese mismo amigo y el tema del gym(gimnasio es otra palabra anticuada) no sale en la conversación. «Bah, lo he dejado», confiesa él de forma casual: «Es que nunca me apetecía ir». Y en ese momento me doy cuenta de que mi amigo realmente cree que a mí sí me gusta.

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http://elpais.com/elpais/2016/07/13/icon/1468404294_277935.html

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