Cuando Selena Gomez salió de rehabilitación en 2011 rompió con todo: abandonó la casa de su madre, despidió a su agente, cambió de compañía discográfica y lo dejó con su novio, Justin Bieber. Era un volver a empezar. Borrón y cuenta nueva. Lo de antes no sirve, hay que construir algo nuevo. Tenía 19 años y no quería convertirse en una nueva adolescente devorada en las fauces de la glotona industria del pop superventas. Aquella vez ingresó aduciendo «agotamiento físico». Cinco años después, Selena está de nuevo asfixiada. Acaba de cancelar su gira sin eufemismos: sufre agotamiento, ansiedad y ataques de pánico. Parte de este diagnóstico está causado por la quimioterapia a la que se somete para combatir la enfermedad crónica de lupus.
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http://elpais.com/elpais/2016/09/07/icon/1473239568_444346.html