Richmond, Londres. Un tipo roba una moto y, en su huida, se salta un semáforo en rojo y choca contra un Mercedes. Pero ese desgraciado ha infringido la ley delante del testigo equivocado: el actor Tom Hardy pasaba por ahí y, tras presenciar el crimen, se pone a correr detrás del ladrón calle arriba. Después de atravesar varios jardines residenciales saltando las vallas que los dividen, Hardy consigue agarrar al delincuente del cuello de la camisa, le reduce en el césped y le cachea en busca de armas. «He cazado a este hijo de puta», les aclara a los espectadores fortuitos de la persecución. En cuanto llega la policía, el actor se larga. Su trabajo ya está hecho. No todos los héroes llevan capa.
Esta podría ser una escena de una película de acción, pero es la vida real. Sucedió el martes 24 de abril en el barrio donde Tom Hardy (Londres, 39 años) vive con su esposa, la también actriz Charlotte Riley, y sus dos hijos de nueve y dos años. El actor demostró que, como sus personajes de Max en Mad Max, furia en la carretera (George Miller, 2015) o Bane en El caballero oscuro, la leyenda renace (Christopher Nolan, 2012), prefiere reaccionar ante las emergencias con visceralidad e inventar un nuevo nivel de fuerza bruta antes que reflexionar.
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