En 2009, Whitney Houston le explicó a Oprah Winfrey cómo liarse un nevadito. «Mira coges un papelillo, le pones tabaco, marihuana y añades cocaína. Humedeces el borde con la lengua, lo enrollas y te lo fumas» explicó la cantante concentrándose en su tutorial y sonriendo al acabar. Oprah a continuación hizo una pregunta en nombre del pueblo (ella siempre habla en nombre del pueblo): «mucha gente no te ha perdonado que destrozases así tu voz, ese regalo de Dios». Esa reflexión encierra un sentimiento colectivo de autoridad del público hacia sus ídolos, una certeza de que la voz de Whitney, su talento y su propia existencia no le pertenecían a ella, sino al público. Y ese público adoró a Whitney de forma selectiva: no idolatraban a la mujer, sino al personaje de ficción creado por la industria musical. Un personaje que en realidad nunca existió. Ahora el documental Can I Be Me? retrata a la verdadera Whitney Houston, un ser humano al que nadie quiso conocer.
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