Tras más de 50 años de tradición, el Especial Bañadores anual de Sports Illustrated ha querido sumarse al movimiento #MeToo. Hace tiempo que dejaron de fotografiar sólo modelos en bañador para incluir también deportistas en bañador (lo cual no debería resultar revolucionario en una revista llamada Sports Illustrated) como Simone Biles el año pasado. Sin embargo, en 2018 apuestan por la campaña “In Her Own Words” (en sus propias palabras) con mujeres blancas, delgadas y preciosas completamente desnudas y con palabras escritas sobre su cuerpo que han elegido ellas mismas.
Esta iniciativa es un ejemplo más de cómo la presente sensibilización moral y concienciación social respecto a los abusos sexuales, que estamos experimentando desde que el 5 de octubre de 2017 el New York Times destapase el caso Weinstein, está reescribiendo nuestra cultura pero no siempre con el discurso adecuado. Sin dudar de las buenas intenciones (y del afán viral) del último Especial Bañadores de Sports Illustrated, resulta grimoso que para reivindicar las voces femeninas se les quite el bañador, resulta risible que las palabras pintadas sobre esos cuerpos perfectos sean tan grandilocuentes como inofensivas (madre, creadora, humana, verdad, artista, naturaleza) y, por encima de todo, resulta evidente que el problema es que el propio concepto de Especial Bañadores no encaja ni en la era del #MeToo ni en una sociedad moderna y sensata.
Lo mismo le ha sucedido a la saga Cincuenta sombras de Grey. ¿Cómo gestionar que la historia de una mujer abusada, oprimida y acosada sea uno de los mayores fenómenos culturales de la década?
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