Los cinturones de tachuelas. El Candy Crush. La música de Muse. Todos los bastiones culturales parecen muy modernos hasta que dejan de serlo. Y lo mismo pasa con los valores, la ideología y las revoluciones. Estos filmes tienen dos cosas que común: que siguen molando como el primer día y que, sin embargo, su condición de obras transgresoras resulta hoy entrañable como un tigre adoptado por una camada de gatitos. Regresar a ellas demuestra que el mundo, le pese a quien le pese, solo avanza hacia adelante. Aunque a veces no lo parezca.
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