En el documental de 2013 sobre los Backstreet Boys, Show ‘em what you’re made of, Kevin Richardson cuenta que lo único que sabe decir en alemán es “willst du mir einen blasen?”: ¿quieres hacerme una mamada? Richardson aprendió esta frase en el idioma local de cada país que visitaba en sus giras cuando tenía 27 años. Esta anécdota revela un aspecto tabú de las boybands (cuyas fans, la mayoría adolescentes y todas enamoradas platónicamente, harían cualquier cosa por sus ídolos), pero también expone la colisión entre la fantasía y la realidad: son vendidos como superhéroes románticos aunque no escriban sus letras de amor exacerbado, pero en la habitación del hotel se benefician del efecto de esas letras. Ahora que Backstreet Boys vuelven a ser número 1 en Estados Unidos, ¿tiene sentido una boyband cuando se convierte en manband?
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