Tras la muerte del guitarrista Stevie Ray Vaughan en un accidente de helicóptero en 1990, el humorista Denis Leary, en un crudo ejercicio de humor negro, lamentó que Jon Bon Jovi siguiera vivo: “A ver si conseguimos que Jon se monte en un helicóptero. Venga Jon, súbete al helicóptero, que hay un peluquero dentro”. Vanity Fair definió al líder de Bon Jovi como “un chiste con pelo de caniche”; la prestigiosa revista Rolling Stone abrió la crítica de su álbum más vendido (Slippery when wet, 1986) preguntando “¿cuántos clichés se pueden embutir en una canción pop?”, usando esta última palabra como humillación deliberada contra una banda que se consideraba, aquel 1986, de rock duro; y Dee Snider, líder de los duros Twisted Sister, le recordó que “no se sonríe en el heavy metal, Jon; la gente no sabía que los heavies teníamos dientes hasta que apareciste tú”. “Se trata a Jon Bon Jovi como si fuera Bob Dylan en vez del imitador de Springsteen que en realidad es, como si fuesen los Rolling Stones americanos en vez de la banda de bar con más suerte y mejor empaquetada del mundo”, arremetía la publicación Entertainment Weekly.
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