La repentina muerte prematura de Bruce Lee lleva 45 años alimentando rumores, leyendas y teorías de la conspiración. Todas delirantes: una maldición por haber comprado una casa en terrenos sagrados, una vendetta de la mafia china por negarse a trabajar en las películas de sus estudios o un toque de la muerte perpetrado por un maestro del kung fu ofendido porque Lee compartiese los secretos de su arte marcial con las masas de Occidente. Sus admiradores parecían incapaces de asumir que un ser superior como Lee hubiese muerto por algo tan mundano y fortuito como una inflamación cerebral causada por una reacción alérgica a un medicamento o, tal y como sugirieron algunos medios, una adicción a las drogas. En el momento de su muerte (1973, con 32 años), Lee estaba rodando Juego con la muerte, donde interpretaba a un actor de cine de acción. En una escena, unos mafiosos reemplazaban las balas de fogueo de su rodaje con balas auténticas para intentar asesinarlo. Cuando 20 años después el hijo de Lee, Brandon, murió en el rodaje de El cuervo a causa de un disparo que debía ser de fogueo y resultó ser de verdad la paranoia en torno a la maldición de los Lee resucitó. ¿A qué venía semejante casualidad macabra?
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