Lo primero que la mayoría del público vio de Scarlett Johansson fue su trasero. Aquel plano inicial de Lost in Translation con sus bragas semitransparentes y de color melocotón era más poético que erótico pero, sin embargo, Johansson fue más sexualizada que ninguna otra estrella de este siglo. Y en vez de luchar contra ello, la actriz ha sabido jugarlo a su favor.