Al poner un pie en la playa, Susana exclamó “ver a Mónica Naranjo ha sido un golpe de realidad”: La isla de las tentaciones es un lugar donde Mónica Naranjo es lo que te recuerda que estás en el mundo real. En esa isla las mujeres aseguran ser princesas y los motivos para enamorarse de alguien son “le gusta la fiesta como a mí”, “es de Málaga y a mí me encanta Málaga” o “es piscis”. Julián se postula como príncipe azul prometiendo una frase que derretiría a cualquier princesa: “Todas las veces que discutamos serán culpa mía”. Mientras en el mundo exterior los modernos se preocupan por el #MeToo o el poliamor, esos conceptos todavía no han localizado las coordenadas de la isla: para ser un programa obsesionado con desvelar “la gran pregunta” (según Mónica Naranjo) que se hacen todas las parejas heterosexuales (“¿estáis hechos el uno para el otro o deberíais rehacer vuestras vidas?”), ha acabado retratando como ningún otro el colapso del modelo relacional monógamo. Y, como ocurre con todas las emociones en el siglo XXI, lo ha convertido en un espectáculo.
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https://elpais.com/cultura/2020/02/12/television/1581524109_346852.html