«Se acabó, estoy harta»: Debra Winger, la estrella que prefirió desparecer antes de volverse invisible

Debra Winger

En 2002, Rosanna Arquette dirigió un documental en el que varias actrices maduras se reunían en casa de Melanie Griffith para denunciar la jubilación forzosa de las mujeres en Hollywood pasados los 40 años. Lo tituló Buscando a Debra Winger. Aquel documental inició una conversación cultural que no se ha apagado desde entonces y que ha tenido como símbolo a Winger: la estrella de cine que un día se cansó y, en vez de quejarse de la industria, se atrevió a retirarse y desaparecer en sus propios términos antes de que otros la invisibilizasen.

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‘Jugando con fuego’: este revolcón es una ruina

jugando con fuego

En un mundo en el que conseguir sexo es más fácil que nunca, lo más explosivo es ver a gente luchando por no practicarlo. Esa es la premisa del reality show Jugando con fuego (Too hot to handle), uno de los mayores fenómenos de Netflix durante el último mes. La recompensa económica para aquellos que consigan mantener su abstinencia lo convierte en un documental sobre prostitución inversa: ganan dinero por no acostarse con nadie. La tensión surge porque los diez concursantes están obsesionados con el sexo. Pero no tanto con el coito en sí como con la seducción: para ellos, excitar a los demás puede ser tan satisfactorio como pasar a mayores. Así es el erotismo en tiempos de Instagram. Ninguno de los diez participantes, de entre 20 y 30 años, concibe la intimidad en parámetros del siglo XX: nacieron con la telerrealidad ya asentada en sus televisores. Por eso, cuando no pueden mantener relaciones sexuales, solo hablan sobre las ganas que tienen de mantenerlas. Jugando con fuego es un programa sobre la hipótesis de practicar sexo.

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Lara Flynn Boyle: así se apagó la estrella destinada a ser la nueva Liz Taylor

Lara Flynn Boyle

A Lara Flynn Boyle (Iowa, 1970) le encantaba ser famosa. “¿Quién demonios no querría ser famoso?”, se preguntaba en The Telegraph. “Es fantástico. Algunas celebridades se quejan de que no pueden ir ni al supermercado, ¿pero quién quiere ir al supermercado? Tengo una vida maravillosa y supongo que a la gente le molesta que lo diga. Si solo me importase la interpretación estaría haciendo teatro en Iowa”. Sin embargo, la actriz cumple hoy cincuenta años retirada de los focos, de las cámaras y de las alfombras rojas con los que llegó a obsesionarse. Ni siquiera regresó en 2017 a Twin Peaks para interpretar a Donna, la mejor amiga de Laura Palmer, en la tercera temporada: Lara Flynn Boyle no quiere saber nada de Hollywood. Y tiene motivos de sobra.

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Cirugía plástica y olvido: cómo Jennifer Grey se convirtió en la fábula más triste de Hollywood

Jennifer Grey

“Entré en el quirófano como una celebridad y salí como una anónima”. Así resume Jennifer Grey (Nueva York, 1960) la, según sus propias palabras, peor decisión de su vida. La protagonista de Dirty Dancing es una de las pocas actrices que se ha atrevido a romper el tabú en torno a la cirugía estética (todo el mundo la usa, nadie habla sobre ella) y ha descrito los estragos de aquella “rinoplastia del infierno” que hizo que ni sus allegados la reconociesen al cruzarse con ella y que Hollywood dejase de contratarla porque ni siquiera podían utilizar el reclamo de “la chica de Dirty Dancing”: esa chica ya no existía.

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Diario de un televidente confinado

El primer día laborable en estado de alarma, la televisión amaneció con normalidad en la forma (informativos, todos presentados por mujeres). El fondo era otra cosa: solo se hablaba del virus. Claro. El único descanso fue para la predicción metereológica, por inercia y por si acaso, pero Silvia Laplana contó en La 1 que iba a nevar en Castilla-Leon y a hacer sol en Andalucía como quien sabe que a la mayoría de los espectadores eso les daría igual. Amas de casa, estudiantes e ingenieros, se sentaron ante la misma programación por primera vez en décadas. Desde este lunes la televisión vuelve a tener la relevancia, sentido y función social de tiempos más simples: vuelve a ser, y más que nunca, la ventana al mundo que nos une como comunidad.

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Amaia, la artista que vive atrapada en su propia paradoja

Amaia

El documental de Amazon Una vuelta al sol (disponible desde el uno de mayo en Prime Video) empieza con Mónica Naranjo, en calidad de jurado del talent show de Antena 3 El número 1 en 2012, avisando a Amaia de que si ningún adulto está preparado para la fama una cría menos todavía. Amaia tenía 13 años y el documental cuenta cómo, a los 20, ha acabado alcanzando esa notoriedad estuviera o no preparada para ella. Una vuelta al sol alterna momentos de la grabación de su primer disco con reflexiones de la cantante en torno a su propia popularidad: una web analiza cada producto del carrito de su compra para elaborar un perfil psicológico (“y encima tenían razón” admite con estupor), encabeza festivales antes de haber lanzado su álbum y confiesa que es consciente de que no sabe lo que es dar un concierto para cinco personas. Amaia es una artista atrapada en su propia paradoja: ella es inmensamente más famosa que sus canciones.

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¿Un mesías o un hipócrita? Por qué Bono de U2 despierta tantas antipatías

Bono U2

En un episodio de 2007, South Park satirizó sobre la imagen pública del cantante de U2. Tras pasar tres semanas estreñido, Randy defecaba la caca más grande de la historia, pero unos días después Bono(Dublín, 10 de mayo de 1960) reclamaba el récord. Randy y su hijo Stan visitaban al cantante en su mansión para pedirle que retirase su candidatura porque, a diferencia de Bono, Randy no había ganado nada en su vida. Pero la estrella del rock se negaba “a ser el número dos en nada”. Entonces se desvelaba el secreto mejor guardado de Bono. El cantante no ostentaba el récord de boñiga más grande del mundo, sino que él mismo era el récord: el padre de Bono defecó un excremento tan grande en 1960 que decidió criarlo como a un hijo, lo cual, según la conclusión del episodio, explica por qué Bono puede ser la estrella más solidaria del planeta y a la vez ser “el mayor mierda” del planeta.

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Vida y muerte de Selena, la cantante que revolucionó el mercado latino pero no pudo llegar a verlo

Selena Quintanilla

En 1995 Selena Quintanilla era la mayor estrella del pop latina en Estados Unidos. No solo por ser la que más discos vendía, sino por representar el ascenso cultural de la comunidad hispana, su integración en la sociedad y su relevancia comercial. Selena era el símbolo de un futuro próspero para los latinos y por eso su muerte el 31 de marzo, asesinada por la presidenta de su club de fans, conmocionó a esa comunidad en un trauma colectivo que llegó a ser descrito como el equivalente hispano del asesinato de John F. Kennedy. Aquella tragedia, un crimen casi pasional con textura de telenovela y consecuencias de magnicidio, puso además de manifiesto las tensiones de la convivencia entre blancos y latinos en Estados Unidos. Y convirtió a Selena en un mito a pesar de que, precisamente, ella había triunfado gracias a ser una muchacha normal y corriente.

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Chantaje, culpabilidad y tratamientos psiquiátricos: así era ser LGTB en el Hollywood dorado

lgtb hollywood

Durante sus primeras dos décadas del siglo XX el recién inaugurado Hollywood fue una juerga. La sociedad presuponía que la farándula se regía por reglas distintas al resto de la población y eso incluía un libertinaje sexual que a menudo no distinguía de géneros y que tampoco juzgaba a gays, lesbianas o bisexuales. En aquella época, la fluidez de género se consideraba lo más moderno en las grandes ciudades. Pero en 1931 tres escándalos enturbiaron la fiesta de Hollywood: se destapó la sórdida vida sexual de la actriz de moda Clara Bow, la prensa documentó las enfermedades mentales de la novia de América Mary Astor y el director F. W. Murnau falleció cuando su coche se estampó contra un poste eléctrico y la rumorología cuchicheó que el motivo había sido que el conductor, el asistente filipino del director, estaba recibiendo una felación de Murnau. El chaval tenía 14 años.

Varios grupos religiosos se manifestaron en contra de Hollywood, la nueva obsesión de la nación, y llamaron al boicot al considerar la industria del cine un lupanar de vicio y perversión que daba mal ejemplo al público. Por eso en 1934 se impuso el Código Hays, según el cual un comité de escoltas de la decencia prohibían aquellas escenas que ellos consideraban inmorales. Pero las estrellas debían ejercer como modelos de conducta también fuera de la pantalla (ya que sus vidas personales interesaban tanto o más que sus películas), así que los estudios incluyeron una cláusula moral en sus contratos: los actores debían llevar una vida acorde con los valores éticos y evitar situaciones indecentes, inmorales o que se prestasen al ridículo y a perder el respeto del público. Y esto, por supuesto, incluía cualquier escarceo sexual no normativo. Por eso la androginia de los artistas de los años 20 dio paso a virilidades y feminidades extremas. Por este motivo, estas diez estrellas se pasaron su vida ocultando su identidad.

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Nada ni nadie me impedirá seguir disfrutando de Pretty Woman

pretty woman

El vídeo pirata de Pretty Woman sigue siendo uno de los más codiciados en el mercado negro de Corea del Norte. Su encanto universal a estas alturas, 30 años después de su estreno, es innegable y es un fenómeno popular sin comparación: desde su estreno en televisión en 1994, cuando registró 9,2 millones de espectadores y un 55% de cuota, cada nuevo pase se ha colocado entre lo más visto del día. ¿Es que la gente nunca se va a cansar de verla? ¿Acaso queda alguien que no la haya visto todavía? La respuesta está dentro de la propia película, porque cada vez que los espectadores se sientan a ver Pretty Woman por televisión sienten lo mismo que Vivian camino de la ópera: “Por si luego se me olvida decírtelo, me lo he pasado muy bien esta noche”.

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