Durante sus primeras dos décadas del siglo XX el recién inaugurado Hollywood fue una juerga. La sociedad presuponía que la farándula se regía por reglas distintas al resto de la población y eso incluía un libertinaje sexual que a menudo no distinguía de géneros y que tampoco juzgaba a gays, lesbianas o bisexuales. En aquella época, la fluidez de género se consideraba lo más moderno en las grandes ciudades. Pero en 1931 tres escándalos enturbiaron la fiesta de Hollywood: se destapó la sórdida vida sexual de la actriz de moda Clara Bow, la prensa documentó las enfermedades mentales de la novia de América Mary Astor y el director F. W. Murnau falleció cuando su coche se estampó contra un poste eléctrico y la rumorología cuchicheó que el motivo había sido que el conductor, el asistente filipino del director, estaba recibiendo una felación de Murnau. El chaval tenía 14 años.
Varios grupos religiosos se manifestaron en contra de Hollywood, la nueva obsesión de la nación, y llamaron al boicot al considerar la industria del cine un lupanar de vicio y perversión que daba mal ejemplo al público. Por eso en 1934 se impuso el Código Hays, según el cual un comité de escoltas de la decencia prohibían aquellas escenas que ellos consideraban inmorales. Pero las estrellas debían ejercer como modelos de conducta también fuera de la pantalla (ya que sus vidas personales interesaban tanto o más que sus películas), así que los estudios incluyeron una cláusula moral en sus contratos: los actores debían llevar una vida acorde con los valores éticos y evitar situaciones indecentes, inmorales o que se prestasen al ridículo y a perder el respeto del público. Y esto, por supuesto, incluía cualquier escarceo sexual no normativo. Por eso la androginia de los artistas de los años 20 dio paso a virilidades y feminidades extremas. Por este motivo, estas diez estrellas se pasaron su vida ocultando su identidad.
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