“Entré en el quirófano como una celebridad y salí como una anónima”. Así resume Jennifer Grey (Nueva York, 1960) la, según sus propias palabras, peor decisión de su vida. La protagonista de Dirty Dancing es una de las pocas actrices que se ha atrevido a romper el tabú en torno a la cirugía estética (todo el mundo la usa, nadie habla sobre ella) y ha descrito los estragos de aquella “rinoplastia del infierno” que hizo que ni sus allegados la reconociesen al cruzarse con ella y que Hollywood dejase de contratarla porque ni siquiera podían utilizar el reclamo de “la chica de Dirty Dancing”: esa chica ya no existía.
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https://elpais.com/elpais/2020/03/25/icon/1585128689_913699.html