
En el séptimo capítulo de Verano azul le vino el periodo a Bea. O, como lo llamaba su hermano Tito, “el periódico”. Su madre proclamaba, entre música de violines, una frase hoy clásica de la televisión española: “Bea ya es mujer”. Así, la serie de Antonio Mercero rompía con uno de los mayores tabúes de la sociedad y sentaba las bases de lo que vendría después: a menudo, las series adolescentes son las primeras en abordar los temas más transgresores. Segunda enseñanza, la serie de 1986 escrita y protagonizada por Ana Diosdado, mostró uno de los primeros personajes homosexuales en la televisión española (Aitana Sánchez-Gijón interpretó a una estudiante que se enamoraba de su profesora) y exploró el tema del suicidio cuando el personaje de Jorge Sanz, incapaz de soportar el autoritarismo de su padre heredado de la estricta educación franquista, se ahorcaba.
En 1997, Telecinco se propuso crear su propia Sensación de vivir con la emisión diaria en las sobremesas de Al salir de clase. Según Antonio Cuadri, uno de sus creadores, la consigna de la serie era proporcionar un ojo de cerradura a los padres para que descubriesen cómo era la vida de sus hijos con una aproximación realista. Al salir de clase retrató a una generación de transición. “A aquellos jóvenes les tocó gestionar la resaca de la inquietud cultural [los chavales tenían grupos de música: Silvanos, Radar o Tess] y la preocupación social [representada por Alumnos en acción, la asociación solidaria del instituto Siete Robles] y a la vez estaban ya tocados por el consumismo y por la superficialidad posmodernista a la que los jóvenes se abandonarían definitivamente en los 2000”, explica Antonio Cuadri.