“Porque estaba cachonda y porque me apetecía”. Así le explicaba Kim Kardashian a su hermana Khloe su motivación para grabar el vídeo casero erótico filtrado en 2007, supuestamente sin su consentimiento, por la productora porno Vivid Entertainment. Aquella sex tape acabaría siendo la génesis de su transformación de hija más guapa del mejor amigo y abogado de O.J. Simpson, Robert Kardashian, en mujer más observada del planeta y por tanto, en tiempos de Instagram, la más poderosa. Keeping up with the Kardashians, su reality show, reinventó la forma de consumir a las celebridades: ya no huían de las cámaras, sino que las invitaban al salón de sus casas para controlar su imagen en un mundo digital donde nadie está a salvo de atentados contra ella.
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