¿Fue Rupert Everett una víctima de la homofobia o arruinó él solo su carrera?

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Durante los pases de prueba de La boda de mi mejor amigo el público odió a Julia Roberts. Con 29 años, la exnovia de América había perdido su magia en la taquilla y esta comedia romántica en la que dedicaba 100 minutos a intentar boicotear una boda la dejaba, según los espectadores encuestados, como una niñata caprichosa, una maniaca egoísta y una mala persona. El público también rechazó la escena final en la que ella conocía a un atractivo galán durante el banquete (John Corbett, Aidan en Sexo en Nueva York), porque querían verla morder el polvo. Entonces el director tuvo una idea para salvar la película: Rupert Everett.

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Los videoclips de Madonna, ordenados de mayor a menor apropiación cultural

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En Antes de morirme , su dueto con C Tangana, Rosalíaya aclaraba que “sin ser gitana tengo compás”. Pero no era lo suficientemente famosa como para ofender a nadie. Ahora que es la mujer española cool del planeta (Billboard, Pitchfork, Dua Lipa o Gorillaz han declarado su admiración hacia ella) cada nueva canción despierta acusaciones de apropiación cultural: hay quien considera que no tiene derecho a cantar flamenco porque no es gitana.

La apropiación cultural consiste en que un miembro de un demográfico privilegiado espolea, explota y se adueña de la tradición de un colectivo marginado. Por ejemplo, Britney Spears cantando R&B mientras hay miles de chicas negras que no pueden acceder a la industria musical. O, como explican en un episodio de Rupaul’s Drag Race, “la apropiación cultural antes se llamaba moda”. Madonna debe de estar en su casa preguntándose pero qué invento es esto, si ella en 35 años ha sido geisha, torera, drag queen, primera dama argentina, Marilyn Monroe, italiana, Maria Magdalena, diosa hindú, negra, vaquera y flamenca. Ahora se llama apropiación cultural, en sus tiempos se llamaba “reinventarse”.

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Madonna vs el Vaticano: crónica de tres excomuniones

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El 27 de mayo de 1990, varios agentes de policía se acercaron al SkyDome de Toronto (Canadá) para advertirle a Madonna que si volvía a simular una masturbación durante Like A Virgin ante 80.251 personas (aquella era su tercera noche consecutiva llenando ese estadio) sería arrestada por escándalo público. No hace falta aclarar que la reacción de Madonna fue masturbarse con más empeño que en sus dos actuaciones anteriores. Porque ella no le tenía miedo a nada excepto a pasar desapercibida: en aquel momento, Madonna era la mujer más famosa, más exitosa y más controvertida del planeta y su nombre, que durante siglos había sido usado para referirse a la Virgen María, ya solo le pertenecía a ella. Al fin y al cabo, venía de vencer a la Iglesia Católica, ¿por qué iba a doblegarse ante un par de amables policías canadienses?

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Todas las interpretaciones de Madonna, ordenadas de horrible a mediocre

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Casi todas las películas de Madonna son espantosas. En la mayoría actúa regular tirando a mal. ¿Por qué detenerse a analizar su filmografía entonces? Porque se trata de un caso único en Hollywood. Ella es consciente del desastre, pero no le importa. Sabe que va a sobrevivir. Por un lado, parece que se nutre de las críticas, porque es mejor que hablen mal de ella a que no hablen en absoluto. Por otro, no es que Madonna haya buscado deliberadamente malos guiones para recitarlos con desgana, sino que simplemente ha priorizado otros aspectos: necesitaba estar siempre en control para que cada película inmortalizase la imagen de sí misma que ella quería dar en cada momento. Y funcionó, aunque casi nadie viera la película en cuestión, todo el mundo le prestó la suficiente atención para identificar la reinvención de turno. Todo el mundo le hizo caso, y eso es lo que importa.

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8 estrellas a las que Madonna vampirizó el talento

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En la secuela de Entrevista con el vampiro, Lestat se convertía en una estrella del rock. Es la única profesión en la que nadie le juzgaría por aparecer solo de noche y tener la cara blanca, y además podía aprovechar para chuparle la sangre a sus fans. La reina de los condenados podría ser una biografía no autorizada de Madonna. Al igual que la condesa Bathory (que creía que el secreto de la eterna juventud era bañarse en la sangre de sus 612 doncellas, dejando escapar a la nº 613, que luego se debió de reencarnar en Taylor Swift), Madonna sigue estando llena de vida a pesar de tener todos los años del mundo.

No descartemos que Madonna sea la propia condesa Bathory (nacida en 1560), que para pasar desapercibida («desapercibida») ahora vampiriza la energía de otros artistas. Ella vive de la polémica, pero también del talento que absorbe de otras estrellas, y visto lo visto es mejor tenerla como enemiga que como amiga. Lo importante es mantenerla bien lejos y si no, miren cómo acabaron todos estos inocentes.

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«No eres tú, es Hollywood». Siete divorcios para dejar de creer en el amor

Jennifer-Aniston

Hollywood es como la vida real, pero con más drogas, más psicópatas y mucho más adulterio. Por eso no nos sorprende que todos los matrimonios acaben fracasando, aunque haya una parte de nosotros (la más estúpida) que quiera creer en el amor eterno incluso en un terreno tan hostil como la industria cinematográfica.

Cuando una pareja de estrellas se divorcia, tenemos dos formas de aceptarlo: a) asumir que el amor no existe, o b) alegrarnos de que a la gente guapa y con pelazo también le rompan el corazón. Personalmente yo siempre opto por traumatizarme, y aquí están los divorcios de los que nunca he conseguido recuperarme.

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